Tendencias demográficas recientes en Cataluña y su repercusión territorial

Resumen

La situación demográfica en Cataluña ha cambiado bruscamente a partir del año 1977, después de veinticinco años de un crecimiento poblacional exuberante. La nupcialidad y la natalidad cayeron a casi la mitad entre 1975 y 1982, y el saldo migratorio -que fue de cerca de 100.000 inmigrantes netos en los momentos álgidos de los años sesenta- descendió hasta los -17.000 en 1982. Así, se ha pasado de un crecimiento anual medio del 2,25 % entre 1950 y 1975 a un crecimiento total del 0,15 % en 1982; es decir, se ha pasado de unos índices de crecimiento propios del Tercer Mundo (duplicando la población cada veinticinco años) a un nivel asimilable al tan polémico «crecimiento cero».

En 1982, el incremento total fue de solo 10.000 personas; lo que significa que, en cualquier momento, debido a un ligero aumento del retorno de inmigrantes o a una epidemia gripal como las de 1971 o 1973, el crecimiento total podría volverse negativo. No es necesario ver esto como una catástrofe, pero sí es importante tomar conciencia de que nos encontramos ante una situación de estancamiento demográfico con tendencia hacia la regresión. La natalidad podría haber tocado fondo y estabilizarse en niveles ligeramente superiores a los actuales, pero esto no afectará significativamente al crecimiento natural debido al probable aumento de la tasa de mortalidad en los próximos años, como resultado del progresivo envejecimiento de la población.

En cuanto a la distribución territorial de la población, se observa, por un lado, el mantenimiento de acentuadas diferencias de crecimiento, tanto natural como migratorio. Por otro lado, en el quinquenio 1975-1981 parece haberse roto la tendencia a la diferenciación, y se observa una evolución de tipo convergente: los valores más altos tienden a disminuir y los más bajos a crecer. Esto da lugar a una continuación del proceso de concentración territorial, aunque a un ritmo mucho más lento del que habría resultado de la continuación de las tendencias anteriores.

Finalmente, se señala que la coincidencia de bajos índices de crecimiento y movilidad con un elevado número de jóvenes crea las bases (y la necesidad) de una política de población con enfoque territorial.