Atraso económico y resistencia a la innovación: el caso del gas natural en España
Resumen
El estudio comparativo del consumo actual de energía en España muestra un claro predominio del petróleo sobre el gas natural. Esta situación se explica por dos causas principales: un bajo consumo de combustibles gaseosos por habitante y la preferencia por el gas butano embotellado, derivado del petróleo y poco utilizado en otros países.
El uso del gas natural se generalizó en Europa a comienzos de la década de 1960. Su introducción se apoyó en la existencia previa de una densa red de canalizaciones y en un elevado número de consumidores de combustibles gaseosos. La gran expansión del consumo de gas de hulla desde mediados del siglo XIX se convirtió, cien años después, en un elemento decisivo para la rápida adopción del gas natural.
En España, en cambio, el desarrollo de la industria gasista tradicional fue raquítico y desigual desde sus inicios. Sólo Cataluña llegó a tener un número relativamente importante de fábricas de gas. La llegada de la electricidad, a finales del siglo XIX, paralizó la expansión gasista en un momento en el que solo 75 localidades españolas contaban con servicio de gas. La situación no mejoró a lo largo de la primera mitad del siglo XX. El consumo de gas, y su infraestructura de distribución, se mantuvieron en niveles muy reducidos. Este hecho refleja, en definitiva, el carácter lento y tardío de la industrialización española anterior a 1960.
El cambio de situación provocado por el Plan de Estabilización encontró al gas canalizado en muy malas condiciones para hacer frente al aumento de la demanda. La decisión política se inclinó por la comercialización masiva de los gases licuados del petróleo (butano y propano), que no requerían más infraestructura que algunas plantas de envasado y un sistema de distribución mediante camiones.
En estas circunstancias, el gas natural, que en esos mismos años se implantaba en muchos países europeos, solo se adoptó en Cataluña, la única zona con un consumo potencial y una red de distribución suficientes.
Los años del petróleo barato en la década de 1960 no estimularon una posible adaptación del consumo energético español a los patrones internacionales. El hecho es que la subida de los precios del petróleo en 1973 y 1979 convirtió a España en uno de los países más dependientes de esta fuente energética, con efectos inmediatos en la balanza de pagos y en el conjunto de la economía española.
En definitiva, el escaso y desigual desarrollo de la economía española desde el siglo XIX y el correspondiente déficit de infraestructuras han retrasado la adopción de nuevas técnicas en el sector energético, contribuyendo así a agravar en España las repercusiones de la crisis económica internacional.
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Derechos de autor 1984 Carles Sudrià

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